miércoles, 16 de marzo de 2016

A DISTINGUIR ME PARO


La doctora dice que las voces son cosa de la enfermedad, que irán apagándose con el tratamiento, poco a poco, que no hay que darles mayor importancia. Esta semana me han estado gritando, suplicando desde el piso de arriba, reclamando mi ayuda. Me llegaban nítidamente las amenazas, los insultos, los golpes, los sollozos. ¿Qué pretendían? ¿Es que quieren que enferme otra vez? Pero yo en mis trece. Lo mejor es hacer caso a la doctora, porque si no, no me voy a curar nunca. Temple y paciencia, mis pastillas diarias y, sobre todo, no dejarme llevar oiga lo que oiga, no hacer esas cosas que no debo. De momento, parece que funciona porque, desde ayer, de arriba no me llega más que silencio, y ya solo me acompañan mis voces de siempre.

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